miércoles, 13 de julio de 2011

La necesidad del desorden



Es difícil escribir en momentos en los que pasamos de la incertidumbre a la oscuridad, hasta el inicio del retorno. Aún late el corazón por la gran fiesta callejera que se armó durante la Semana Bicentenaria. La llegada inesperada del comandante y su invitación al balcón sacó al pueblo a la calle, sin convocatoria en VTV, sin voceros llamando a la concentración, sin instituciones intentando organizar la movilización, la calle se llenó de pueblo desordenado, cañero y rumbero. Ésa es la pasión que mueve esta revolución. Eso es la revolución, duélale a quien le duela: irrupción del orden o sea desorden.

La necesidad de avanzar, de saldar deudas sociales históricas y la oportunidad de tener un gobierno revolucionario al mando del Estado, nos ha demandado y permitido masificar políticas, sentidos y estructuras. El partido, los consejos comunales, el sistema de medios públicos, las misiones, la Misión Cultura nos han permitido avanzar en la hegemonía necesaria para transformar las estructuras ¿Pero cómo responder a esa necesaria hegemonía sin negar la potencia creadora, diversa y desordenada que caracteriza a una revolución? Las políticas universalistas y masivas nos permitieron saldar deudas y construir hegemonías, pero el objetivo histórico de fortalecer el Poder Popular demanda el salto cualitativo de colocar a los sujetos colectivos como protagonistas y creadores.

El capitalismo nos lleva una ventaja desde el momento que ocultó, bajo la falsa diversidad de la globalización, los centros de poder transnacional, poniéndoles la máscara de la industria cultural y del entretenimiento. En la ilusión de libertad de consumo, los jóvenes se dejan seducir por los miles de productos culturales que llenos de colores, efectos y rostros blancos sonrientes dicen todos lo mismo: el mundo es así, no hay nada que cambiar.

La batalla por el socialismo tiene su núcleo estratégico en la lucha por la hegemonía cultural, y eso, aunque contradictorio, supone abrir cancha a lo diverso. Y esa diversidad la tiene la materia creadora del pueblo, el reto sería colocar los medios de producción cultural masivos en sus manos. Pero no organizarlos, sino dejarlos fluir. Miles de potentes núcleos de producción diseminados por las calles: estudios de grabación musical, centros de producción audiovisual, creación gráfica, artes escénicas y todo aquello que quizás aún no conocemos.

Sin miedo a que emerja aquello que no es “políticamente correcto”, porque es ahí donde comienza la batalla por los sentidos y donde siempre ha estado la mejor arma del pueblo. Al fin y al cabo la revolución es una burla a la homogeneización y la disciplina dominadora.

Potenciar y socializar los medios de producción cultural, reposicionarán el poder creador popular, como se mostró recientemente frente al Balcón del Pueblo, en medio del griterío, la música, el desorden y aquello que siempre ha salvado a la revolución ante las amenazas: pueblo activo en la calle.

1 comentario:

  1. Así debe seguir siendo, la revolución es un sentimiento del pueblo, dirigida por el corazón de los Venezolanos, no por medios de comunicaciones ni voceros o entes de gobierno. Yo le llamaria mas que un desorden un "orden NATURAL".

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